Sobre Schliemann y Troya

Es prácticamente imposible intentar refutar la inexistencia real de lugares míticos como la Atlántida, el Dorado, Lemuria y similares sin que sus proponentes recurran a la falacia ad ignorantiam y a la de la generalización indebida al mismo tiempo recurriendo al ejemplo del descubrimiento de Troya por Heinrich Schliemann.Schliemann era un rico empresario apasionado por la Historia y por la Iliada de Homero.  A pesar de que todos los eruditos de la época consideraban que Troya era un lugar mítico, él estaba convencido de su existencia.  A pesar de todas las críticas y burlas de todos los estudiosos, decidió retirarse de los negocios y dedicar su fortuna a buscar los restos de esa ciudad.  Tras varios años de búsqueda guiado únicamente por las descripciones de Homero, finalmente encontró las ruinas de Troya y sus detractores tuvieron que darle la razón.

Una bonita historia.  Lástima que no sea cierta.

Un rastro histórico

Al contrario que otros lugares míticos, Troya dejó un rastro histórico.  Troya es mencionada en seis documentos diferentes por los hititas en el siglo XIII a.C. con el nombre de Wilusa.  Según Herodoto, antes de cruzar el estrecho de los Dardanelos para invadir Grecia, Jerjes realizó sacrificios rituales en el templo de Troya.  Durante la Guerra del Peloponeso, el comandante espartano Míndaro también visitó el templo troyano para realizar sacrificios.

Alejandro Magno era un gran apasionado de la Iliada.  Él y su compañero Hefestión se consideraban los nuevos Aquiles y Patroclo, y cuando desembarcó en Asia para llevar a cabo su campaña contra el Imperio Persa, lo primero que hicieron fue dirigirse a Troya para realizar sacrificios en honor de los héroes griegos.  En 323 a.C., Lisímaco, uno de los sucesores de Alejandro construyó un templo dedicado a Atenea que fue destruido en 85 a.C. durante el saqueo de Troya por el general romano Cayo Flabio Fimbria durante la guerra de Roma contra Mitídrates VII.  Antes de eso, la ciudad sobrevivió a la invasión de los Gálatas en el siglo III a.C. y fue visitada por el rey Antíoco III en 192 a.C. y por varios personajes ilustres.

Alejandro Magno honrando a Aquiles en Troya.

Julio César se consideraba descendiente de Venus a través del príncipe troyano Eneas, por lo que tras su muerte, su heredero Augusto fundó sobre el emplazamiento de Troya la acrópolis de Ilium, que pobló con soldados de la Decimosexta legión.  En 124 Adriano visitó la ciudad y ordenó varias reparaciones y mejoras y en 214 Caracalla celebró allí el funeral de su favorito Festo (al que había asesinado él mismo).  Después de los saqueos de los Godos en el siglo III, Troya consiguió recuperarse e incluso Constantino el Grande la consideró como un posible emplazamiento para su nueva capital, que acabaría llevando a la antigua colonia de Bizancio.  Más tarde fue visitada de nuevo por el emperador Juliano el Apóstata en 355.

En 402, Sinesio de Cirene menciona a Troya en su Elogio de la Calvicie.  Finalmente, tras un terremoto alrededor del año 500, las menciones a Troya desaparecen.

Como veis, la cantidad de testimonios directos sobre Troya, aunque no es abrumadora, no es escasa, al contrario que de los lugares míticos, cuyas únicas referencias son de su inventor (en el caso de la Atlántida) o cuentos de viajeros contados en tabernas bajo el influjo de vapores etílicos (como en el Dorado).

El descubrimiento

Durante toda la Antigüedad y la Edad Media se consideró a La Iliada como un relato verídico, y los hechos que relata (dioses aparte) como históricos.  No fue hasta la Ilustración que se empezó a poner en duda la exactitud de los hechos relatados.  Sin embargo, nunca hubo una opinión unánime (todavía no la hay) sobre el grado de veracidad del relato de Homero.

En 1822, Charles McLaren, postuló que el emplazamiento de la Ilium romana descrita por Estrabón, y cuyas ruinas se encontraban en la colina de Hissalirk, en Turquía, era el mismo que el de la Troya homérica.  En 1847, el inglés Frederik Calvert, que era cónsul en Turquía compró una granja en Acka Koy que incluía parte de Hissalirk.  Su hermano Frank, que le ayudaba en sus tareas consulares era arqueólogo aficionado y estaba convencido de la historicidad de La Iliada.  Siguiendo la hipótesis de McLaren, Frank realizó varias excavaciones en la colina de Hissalirk durante casi 20 años.  Desenterró el templo a Atenea y parte de la muralla de lo que hoy es conocido como Troya.   Así mismo encontró que el yacimiento consistía en una superposición estratificada de diferentes ciudades. Convencido de haber encontrado Troya, Calvert intentó que el Museo Británico le financiara para poder realizar excavaciones a gran escala, pero sus intentos fueron infructuosos.

En 1868 Calvert se encontró casualmente con Heinrich Schliemann, un rico empresario que también buscaba el emplazamiento de Troya.  Sin embargo, Schliemann, como la mayoría de los historiadores de la época, pensaba que ésta estaba en la colina de Bunarbashi, bajo la acrópolis de Balli-Dagh.  Dado que necesitaba fondos para seguir sus excavaciones, Calvert convenció a Schliemann de que Hissarlik era un emplazamiento mucho más probable para encontrar Troya y se asociaron.

Heinrich Schliemann (izquierda) y Frank Carlvert (derecha).

Tanto Schliemann como Calvert estaban convencidos de que la Troya homérica se encontraba en las capas más profundas, por lo que excavaron con poco cuidado para alcanzar cuanto antes los niveles más profundos e, irónicamente, causaron daños irreparables a los restos de lo que hoy se considera que tiene más probabilidad de haber inspirado a Homero.  La relación entre Calvert y Schliemann se deterioró rápidamente, discutiendo frecuentemente por las prisas de Schliemann por llegar a las capas más profundas y por la publicación de Calvert de un artículo en que decía que el periodo de la guerra de Troya estaba ausente del registro arqueológico encontrado.  En 1873 encontraron varias piezas de oro, que Schliemann bautizó como El Tesoro de Príamo.  Esto lanzó a la fama a Schliemann que, siendo un maestro de la propaganda, consiguió eclipsar el papel de Calvert en el hallazgo de Troya.

Varios años más tarde se descubrió que las ruinas excavadas por Schliemann (Troya II) eran mucho más antiguas de lo que se pensaba.  Las ruinas contemporáneas a la guerra de Troya son las de Troya VI, que muestra señales de haber sido destruidas en una guerra.

Plano del yacimiento arqueológico de Troya y la superposición de las diferentes ciudades desde Troya I (la más antigua) hasta Troya IX (romana).

Sin embargo, aunque existen indicios de que las ruinas de la colina de Hissarlik pueden corresponderse con la Troya descrita por Homero, no lo podemos saber con seguridad.  No se han encontrado inscripciones que nos digan cómo llamaban sus habitantes a su ciudad, y dado que las descripciones de Homero no son exactas, no podemos saber si las diferencias entre su descripción y lo que encontramos son debidas a que estamos en el lugar equivocado o a que Homero se tomó alguna licencia poética.

Referencias

http://www.cosmolearning.com/topics/troy-440/
http://www.livius.org/to-ts/troy/troy_VIII-IX.html
http://books.google.com/books?id=VrHER1jYzhIC&lpg=PA521&ots=E2ukEnFe23&dq=fimbria%20troy&pg=PA521#v=onepage&q&f=false
http://www.goddess-athena.org/Museum/Temples/Troy/
http://books.google.com/books?id=vcu6hCpxp_kC&dq=The%20Plain%20of%20Troy%20Described&pg=PR20#v=onepage&q&f=false
http://library.thinkquest.org/C0119366/eng/schlie.htm
http://www.varchive.org/nldag/idtroy.htm
http://www.varchive.org/nldag/archiss.htm

  • En ambas direcciones

    En una dirección los que se creen cualquier soplapollez que suene chachi-piruli y se mosquean cuando les contradicen. En la otra dirección los que para creerse algo pedimos que nos enseñen alguna evidencia…. :smack: No, me da a mí que no. :nono:

  • Muy interesante, buen artículo.



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