Bombillas de bajo consumo: ¡no gracias!

Desde hace varios años prácticamente todas las bombillas de mi casa son bombillas de bajo consumo. El caso es que no he notado una bajada en la factura de la electricidad, más bien al contrario. Pero le he echado la culpa a la crisis, a la subida de la energía, a la liberación del mercado energético, etc. Al fin y al cabo, el diferencial (como diría nuestro amigo Rafa) entre la curva de consumo de una de estas bombillas y una incandescente, aunque porcentualmente sí que es grande, en valor absoluto no lo es tanto. Tras estos años de uso, mi valoración personal de este tipo de bombillas es muy baja. Pésimo para ser más exactos. Las bombillas buenas son carísimas, por lo que al final siempre optas por las marcas blancas, pero estas duran muy poco.

La bombilla de bajo consumo

Últimamente en España hemos «sufrido» una campaña en favor de este tipo de bombillas para popularizar su uso. Pero ¿son realmente tan beneficiosas como para gastarse una millonada promocionándolas?

La tecnología de las lámparas de bajo consumo no representa un adelanto novedoso. En realidad no son más que los tubos fosforescentes de toda la vida aunque doblados o enrollados y unidos a un casquillo.  Aunque existen diversas variedades, dependiendo de la mezcla de gases y de otros materiales que se utilizan, en esencia todos son lo mismo… Se emplea vapor de mercurio a baja presión dentro de un tubo de vidrio revestido con fósforo. Y al conectar la corriente eléctrica, que depende de una reactancia y un cebador, el vapor de mercurio calentado por unas resistencias hace que el fósforo se ilumine.

La moda «pseudo-ecológica» que pretende la implantación de un uso universalizado de este tipo de iluminación no obedece a criterios de racionalidad, presentando estos dispositivos numerosos inconvenientes:

  • Lentitud. No son óptimas para sitios de paso que se encienden y apagan frecuentemente.
  • Se estropean con mucha facilidad sobre todo si se encienden y apagan mucho
  • Son mucho más caras que las bombillas incandescentes
  • El mecanismo que genera el encendido consume de golpe una cantidad importante de energía eléctrica. Dicho gasto resultará compensado por el bajo consumo que requiere el mantener la iluminación activada. Así que la reducción de consumo energético será inversamente proporcional al número de encendidos y directamente proporcional al tiempo que necesitemos que permanezca encendida la lámpara (aunque esta reducción del consumo final, por el bajo consumo que requiere el mantener la lámpara encendida, se estabiliza tras cierto número de horas de activación ininterrumpida, a partir de las cuales ya no se puede reducir más). Por lo que, un encendido y apagado repetido, para obtener tiempos de iluminación no prolongados suficientemente, harán que este tipo de alumbrado resulte más costoso, mientras que resultará rentable para espacios que deben de permanecer continuamente iluminados.
  • Son sensibles a la temperatura de funcionamiento. Si se meten en un plafón cerrado duran mucho menos.
  • La calidad de la luz es mala, cansando más a la vista que las incandescentes.
  • No son aptas para concentrar mucha luz en un punto determinado
  • Dado que la luz que producen emite radiaciones ultravioletas dañinas, es necesario fabricarlas con determinadas pinturas protectoras que filtren dichas radiaciones. De manera que es importante que estén fabricadas con materiales de calidad y que se sometan a ciertos controles, para que podamos estar tranquilos de su completa inocuidad.
  • Son altamente contaminantes y peligrosas para el medio ambiente (contienen mercurio -entre 2’5 mg y 8 mg por lámpara-, entre otros componentes poco recomendables), por lo que hay que evitar, a toda costa, el que se rompan; y deberían depositarse en contenedores de recogida selectiva especiales, que en este momento sólo existen en el interior de algunos comercios especializados (aunque no se tiene muy en cuenta el peligro de ruptura y se gestionan normalmente de una forma absolutamente desastrosa). Debido a ello, tanto el Ministerio Británico de Medio Ambiente, como la EPA (Agencia Ambiental Estadounidense), recomiendan tomar las siguientes precauciones:
    Si se rompen, hay que evacuar a las personas de la habitación durante un cuarto de hora como mínimo y ventilar dicha estancia. No se debe utilizar una aspiradora automática para recoger los restos y hay que evitar inhalar el polvo. Se recomienda el uso de guantes para recoger los restos de la bombilla, y como se trata de un residuo tóxico, se debería trasladar, en una bolsa o dos selladas adecuadamente, a un punto limpio del municipio donde se encargarán de su reciclaje.

Es curioso en la nueva cultura psudoecológica en la que vivimos que nos llenen de contenedores para reciclar el papel y no tengamos contenedores para depositar las bombillas de bajo consumo, mucho más tóxicas, aunque menos valiosa que el papel, claro.

En conclusión, bombillas de bajo consumo sólo en la cocina, y mejor tubos fluorescentes que lamparas con casquillo. En el resto de la casa, incandescentes.

Bombillas de bajo consumo: ¡NO GRACIAS!

Referencias:

http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=8470

  • @ Reflexiones profundas:
    Sobre la iluminación del salón voy a intentar darle algunos detalles más.

    Como conté antes, mientras se decidía el tipo de iluminación a emplear, coloqué unas de esas entonces novedosas bombillas fluorescentes compactas de Philips, de 23W, que prometían equipararse a una incandescente de 100W.

    Solamente había un único punto de luz en el techo y, aunque antes dije «en el centro» en realidad está algo desplazado hacía uno de los ángulos de la sala, ya que en el ángulo opuesto se encuentra una escalera interior, abierta, que ocupará unos 2-2,5 m² de los 36 m² que mide en total el salón, y que dispone de su propia iluminación mediante una lámpara halógena de 150W. También hay que sumar una lampara de pie situada en una esquina, con una lámpara de 100W y regulador electrónico, que por cierto alumbra menos que una vela (para que luego me llame rácano). :-D

    Resultaba mejor «eso» que tener una bombilla incandescente con un portalámparas colgando del techo: le puse un portalámparas de latón y porcelana empotrado a ras del techo, con lo que el casquillo de la bombilla queda completamente oculto en el techo y… el resultado fue espectacular (el techo, paredes y suelo son casi blancos).
    Puedo asegurarle que se puede leer perfectamente el periódico en cialquier lugar de la sala.

    Hasta el punto de que esta «solución provisional» sigue estándo igual después de 14 años y que, aparte la estética (que a mí no me preocupa en absoluto y mi mujer, salvo las reticencias iniciales, lo lleva con resignación), cuando pienso en el consumo que les he ahorrado a Endesa y la cantidad de bombillas que no será necesario reciclar, no puedo sentirme mas que feliz.

    Obsolescencia programada a mí… ¡já! :-D

  • Creo que esas bombillas son los antiguos fluorescentes, pero con forma de «bombi» y pasados por una campaña publicitaria y ecologica.

  • @ Marc:
    Pues crees mal.

  • como nos la hicieron tragar con estas bobillas de mierda!!

    con el tiempo te hacen doler la cabeza…

    ¿Se dio cuenta Don Menti que en esto de las bombillas economicas coincide con los blogs magufos? En una estan deacuerdo!

    saludos



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