Antinatalismo: el nuevo mecanismo de selección natural

A finales del siglo pasado, apareció un movimiento que aboga por la progresiva extinción del ser humano por medio de la reducción del número de nacimientos. Está calando entre algunos jóvenes, que deciden voluntariamente no tener hijos, y que incluso ven en la procreación un acto de crueldad.

A diferencia de otros movimientos, el antinatalismo no apremia a sus simpatizantes a suicidarse. Por contra, les pide que vivan felices hasta que acaben sus días.

La razón para tomar la determinación del autoexterminio diferido, es que el ser humano es un cáncer para el planeta. Nuestra presencia estaría provocando la desaparición de numerosas especies animales, y poniendo en peligro el ecosistema en sí.

El Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria fue fundado en 1991 por Les Knight, un americano de Oregón, involucrado desde joven en movimientos ecologistas, y que en la década de los setenta atribuyó la mayoría de los peligros enfrentados por el planeta a la sobrepoblación humana.

Knight presenta ponencias en las que defiende su ideología, y anima a sus seguidores a que se esterilicen para evitar procrear.

Afortunadamente, el número de sus seguidores no es muy alto, aunque muchos jóvenes han adoptado sus ideas sin ni siquiera saberlo. Recientemente aparecía en prensa un artículo en el que varios jóvenes relataban su visión sobre la procreación:

Considero que tener un hijo es un acto egoísta que responde sólo a los intereses de los progenitores.

Vivir es sufrir, y quien no existe no sufre. Soy antinatalista desde que tengo uso de razón.

El nuestro es un mundo superpoblado en el que sobra gente, en el que la industria ganadera es una de las principales responsables del cambio climático y de la deforestación, no es razonable traer a un nuevo ser humano. Por no hablar de los motivos políticos: vivimos bajo un capitalismo terrible y despiadado y tener un hijo significa darle un nuevo esclavo al sistema, darle más carne de cañón.

Cada uno es libre de tener hijos o no, pero no hacerlo esgrimiendo estos argumentos es lamentable. El verdadero acto egoísta es no tenerlos. Tener hijos es embarcarse en una aventura movido por la generosidad y el amor, supeditando tus intereses a los suyos.

El antinatalismo es una tontería esnob más, del calibre del veganismo o los antivacunas, y que como mal menor, puede servir como un nuevo mecanismo de selección natural.



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