La datación del Sudario de Turín (y III). Las críticas.

Y llegamos por fin a la cuestión que ha motivado esta serie: las críticas a la datación del Sudario de Turín.  Uno de nuestros lectores nos dejó la dirección de esta página que, a pesar de no ser nada original, es un buen ejemplo de cómo funciona el mundo de la sindonología y de lo crítico que hay que ser cuando a uno le cuentan algo, incluso aunque suene muy científico.

La página en cuestión hace un totum revolutum de cuatro «teorías» de por qué la prueba del 14C se equivocó al datar el Sudario de Turín.  Como suele ser habitual en estas lides, lo primero que llama la atención no es lo que dicen, sino lo que no dicen:  ¿Qué les hace pensar que la datación fue errónea?  Pues simple y llanamente que contradice el dogma que ellos ya tienen a priori: el sudario envolvió a Jesucristo.  Cualquier evidencia de lo contrario está equivocada, cualquier indicio que se pueda usar a favor es una prueba indiscutible.Lo segundo que llama la atención es que las cuatro hipótesis planteadas son contradictorias entre sí.  Si una es cierta, las demás son falsas.  O hay contaminación bacteriana, o un remiendo o alteraciones químicas… pero ¿todo a la vez?Así que vayamos a analizar los puntos que se exponen uno por uno.

Primera teoría: Las muestras que se tomaron no se corresponden con la tela original, sino que se trata de remiendos y añadidos posteriores.

Esta es uno de los caballos de batalla favoritos de los sindonólogos.  En realidad no es una teoría, sino varias, de nuevo incompatibles entre sí.  La primera vez (que yo sepa) que se propuso algo así fue por parte de Sue Benford y Joseph Marino.  Benford era/es una enfermera y Marino un monje benedictino retirado, ninguno de ellos con ningún tipo de formación técnica relevante.  Sin formación alguna y sin examinar la tela en persona, sino en fotografías, afirman haber sido capaces de detectar un parche invisible en la zona donde se tomó la muestra y que no fue detectada por Testore y Vial, los dos expertos textiles que examinaron detalladamente la sábana antes de cortar la tela.  Este parche invisible, pero que ellos ven sin problemas en fotografías de dudosa resolución también se le escapó a Metchild Flury-Lemberg, experta textil encargada de la restauración de la tela en 2002 y que tras cientos de horas de trabajo meticuloso no encontró ni rastro de esos parches.

Pero el autor de esta página (que por cierto, se llama «La Sábana Santa, espejo del Evangelio») se centra en la versión de Raymond Rogers que, inexplicablemente consiguió publicar en la revista Thermochimica Acta.  En el artículo, Rogers afirma que Luigi Gonella le proporcionó algunos fragmentos de la muestra tomada para la datación, así como algunos hilos de la muestra Raes, una muestra tomada a finales de los años 1970, adyacente al lugar donde se tomó la del radiocarbono y que encontró en ella algunas fibras de algodón.  Como no se cree la datación del 14C, decidió datar la tela a partir de un método propio: la concentración de vanilina (el compuesto que da su aroma a la vainilla) en la tela y que se degrada con el tiempo.

El primer problema que tiene este artículo es el origen de las muestras.  Según Rogers, se las proporcionó Gonella.  Si esto fuera verdad, Gonella habría cometido una violación grave del protocolo.  Si es mentira, no hay más que decir.  Gonella nunca confirmó la historia de Rogers, pero supongamos que es verdad.  El primer punto es ¿de dónde salió esa muestra? La única parte que se desechó del trozo cortado de tela fue una pequeña tira en la que se observaron algunos hilos, es decir, un trozo que se descartó por haber encontrado indicios de contaminación.  Pero esa no es la única pega.  Rogers recibió las muestras en 2003, las muestras se tomaron en 1988.  ¿Dónde se guardaron durante 15 años? ¿En qué condiciones? Cuando se trata de criticar la datación de 1988 cualquier detalle nimio sirve, pero el usar muestras de origen incierto en el mejor de los casos, con contaminación más que probable y sujetas durante 15 años a condiciones incontroladas no parece plantear ningún problema a los sindonólogos.

El segundo problema no es menos grave.  La vanilina no se usa para datar muestras.  Y no es por casualidad, sino por un motivo muy sencillo.  Mientras que la desintegración radiactiva no es alterada por las condiciones ambientales y químicas a las que está sujeto el elemento a datar, la degradación de la vanilina sí. No importa que el sudario haya estado sometido a altas o bajas temperaturas, a humo, al sol o a la oscuridad o cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir: el 14C tiene una semividad de 5700 años.  En cambio, las vanilina se degrada a un ritmo diferente según la temperatura, la luz, compuestos químicos, etc.  Y eso en una tela que ha viajado por media Europa, sufrido incendios y ha sido toqueteada por miles de personas significa que no tenemos ni idea de a qué ritmo se ha descompuesto la vanilina.  El propio Rogers en su artículo admite que esto es un problema y que «si el sudario hubiera sido almacenado a una temperatura constante de 25ºC, se tardarían 1319 años en perder el 95% de la vanilina.  A 23ºC, se tardarían unos 1845 años.  A 20ºC, se tardarían unos 3095 años.».  Teniendo en cuenta que el aire acondicionado no se inventó hasta el siglo XX, ¿cuanto se tardaría en perder el 95% de la vanilina en varios siglos de olas de calor, heladas invernales, lluvias torrenciales y sequías?  Incluso ignorando todos estos problemas la datación que realiza Rogers casi da risa.  Con su método, el sudario tiene «entre 3000 y 1300 años de edad».  O sea, el sudario lo mismo pudo envolver a Ramsés XI como a Carlomagno.

Y por supuesto, de realizar la datación a ciegas y con muestras de control, tal y como se realizó la del radiocarbono, ni hablamos.

Segunda teoría: las muestras estaban contaminadas con material orgánico, lo que altera el resultado de la datación.

Esta «explicación» fue propuesta por primera vez por Leoncio Garza-Valdés, un cardiólogo tejano con gran devoción católica.  Según él, en el sudario habría crecido una capa orgánica (capa bioplástica, la llama él) de bacterias y hongos que, al incorporar carbono moderno harían que la datación resultara en una fecha más moderna que la real.

Como suele ser habitual en cualquier ámbito pseudocientífico, los sindonólogos no se conforman con formular teorías desmontables por cualquier bachiller medianamente aplicado, sino que están ávidos de presentar un aval «científico» aunque eso signifique usar frases fuera de contexto de científicos prestigiosos.  Y el caso de la capa bioplástica no iba a ser menos.  Para ello picaron un poco a Harry Gove, uno de los desarrolladores del método de datación con aceleradores. Claro que no hacía falta picarle mucho, porque tenía un cabreo de tres pares porque su laboratorio no había sido uno de los seleccionados para la datación.  Y claro, no iba a desaprovechar la oportunidad de dejar claro que él lo hubiera hecho mejor.  Así que, en una entrevista en un documental de Discovery Channel, no perdió la oportunidad de dejar caer que a los laboratorios que realizaron la datación se les podría haber pasado.  Como los argumentos de autoridad son tan queridos a los sindonólogos, es difícil entrar en una discusión sin que te aireen las declaraciones de Gove.  Es una lástima que, con cabreo y todo, Gove no lleva las cosas al extremo de afirmar que una contaminación podría haber rejuvenecido la tela 1.300 años.  De hecho, en su libro Relic, Icon or Hoax? Carbon Dating of the Turin Shroud afirma que la probabilidad de que el sudario sea del siglo I es «de alrededor de una entre mil trillones, o sea, prácticamente nula».


Harry Gove, en el documental de Discovery Channel.

Y la razón de que Gove no se moje es perfectamente comprensible.  Para empezar, los laboratorios sí tuvieron en cuenta la posible existencia de contaminación.  En la anterior entrada vimos que los laboratorios aplicaron toda clase de métodos de lavado, incluyendo lejía y ácidos.  Además, las muestras de control fueron datadas correctamente así que, si se eliminó la contaminación en ellas, ¿por qué no se habría eliminado en el sudario?

El siguiente problema con esta teoría es totalmente insalvable: ¿Cuánta contaminación hace falta para que una muestra del siglo I se date en el siglo XIII-XIV? Las matemáticas necesarias son de nivel de bachillerato, así que lo pondré aquí.  Si queréis os lo podéis saltar.  Ya os adelanto el resultado: mucha contaminación.

Supongamos que empezamos con una cantidad N0 de 14C en el siglo I.  Medimos cuánto queda en el año 2.000 (voy a usar números redondos para hacerlo más fácil).  Si no hay contaminación, la cantidad que queda viene dada por la ley del decaimiento radiactivo:

N=N0e-λtr            (1)

donde tr es la edad real de la muestra.  Así que para calcular la edad sólo tenemos que despejar tr=-(1/λ)ln(N/N0).

Pero resulta que nuestra muestra está contaminada.  Vamos a ser bestias y vamos a poner toda la contaminación de golpe en el año 2.000.  En ese caso, la cantidad de 14C que medimos ya no es N sino N+Ncont. Y como no nos hemos dado cuenta, resulta que lo que realmente medimos es:

N+Ncont=(N0+Ncont)e-λtm         (2)

donde tm es la datación errónea que hacemos.  Si combinamos (1) y (2), llegamos a la expresión:

Ncont/N0=(e-λtm-e-λtr)/(1-e-λtm)        (3)

Si ahora despejamos con los valores tr=2.000 años tm=700 años y λ=1.20968×10-4 (la constante del 14C) llegamos a la conclusión de que la contaminación necesaria para que una muestra de 2.000 años sea datada en 700 debe ser más de 1,6 veces el peso de la muestra original.  Y si tenemos en cuenta que lo que tenemos no es la muestra original sino la que ya ha decaído, resulta que la masa de la contaminación debe ser más del doble de la masa de la muestra pura.  Es decir, por cada gramo de tela, deberíamos tener dos gramos de porquería.  Más que una tela contaminada, lo que tendríamos es un montón de porquería con algo de tela.  Vamos, que difícilmente se le pasaría tamaña suciedad a nadie por muy descuidado que fuera.

Tercera teoría: los efectos del incendio de 1532 alteraron la composición de los hilos, lo que afectó al resultado de la datación.

A partir de aquí, los intentos de desacreditar la datación del sudario empiezan a rayar el esperpento.  Esta idea surgió nada más y nada menos que del ilustre Dr. Kouznetsov, del que ya hemos hablado en este blog.  Para el que no tenga ganas de leer mucho, lo fundamental es que Kouznetsov simplemente se inventó los datos que publicó.  Mientras que la datación por radiocarbono no se vería afectada por un incendio, el método de la vanilina propuesto por Rogers, sí.  A esto es básicamente lo que se llama tirar piedras contra tu propio tejado.

Cuarta teoría: la misma fuente que produjo la impronta sobre la Sábana pudo alterar la cantidad de Carbono 14.

Aquí ya abandonamos el terreno de la apariencia científica y entramos en el terreno del «¿pero qué c* me estás contando?».  Veamos la lógica de este razonamiento.  No me gusta la datación que han hecho, porque eso descarta que mi dios haya resucitado.  Como yo sé que ha resucitado, me puedo inventar que durante la resurrección haya sucedido lo que a mí me dé la gana, por ejemplo que cuando alguien resucita, emite neutrones.  Esos neutrones convertirían parte del  13C de la tela en 14C, rejuveneciéndola en la proporción justa para ser datada en la época en la que aparecen los primeros documentos históricos sobre el sudario.

Para acabar de rematar la faena, no sólo se esgrime que el genio que pensó esto era profesor de Harvard, sino que la teoría la apoya Frank Libby, inventor de la datación por radiocarbono.  Es una pena que Libby muriera 8 años antes de la datación y que los sindonólogos no le dejen tranquilo ni muerto.

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Frank Libby, criticando la manera en la que se dató el sudario.

Por último, en esta página se deja caer, ya sin la categoría de teorías, que la datación por radiocarbono puede fallar y se critica el método seguido.Dejando de lado que se sabe perfectamente cuándo y por qué puede fallar la datación por radiocarbono (y ninguna de esas circunstancias se da en este caso) repiten como repiten sin analizar casi todas las páginas sindonológicas los casos de la momia 1770 y la momia de ibis.  Para no alargar la cosa, en ambos casos la datación de las vendas de estas momias arrojó que eran más modernas que los cuerpos que envolvían.  Diversas evidencias apuntan a la conclusión lógica: que fueron revendados de nuevo después de su entierro inicial.¿Lo peor? Que aunque parezca increíble, hay «teorías» todavía más descabelladas.

Agradecimientos:

LamanzanadeNewton, por sugerir el tema.

Mo, una biblioteca andante sobre el Sudario de Turín, con el que he tenido el placer de participar en varias discusiones sobre el tema.

  • @ Mo:
    ¿te refieres a este blog?
    http://web.archive.org/web/20090218103422/http://fenix.blogia.com/2009/febrero.php

    Habrá que echarle un vistazo. Si conoces la historia de este blog cuentanosla. Seguro que es interesante.

  • Jobar, Lamentira. Algunos sois la repera con internet. Efectivamente ahí está. Recomiendo la lectura pausada. Y espero que, si se leen mis comentarios, se me perdonen las muchas ingenuidades y errores que cometí en su día. De mis peloteras con el Gran Maestre de la Orden de los Cibersindonistas he aprendido mucho. A diferencia de él, que es inconmovible en sus errores como una roca.

    La historia de la bitácora de Calvo es sencilla: fue una especie de pelotera entre escépticos. Criticaba los errores de Ares en su libro La sábana santa, ¡vaya timo!. Casi siempre con razón. Pero lo retiró de la red como protesta contra la desprotección de los derechos de autor. Al menos esa es la razón que dió. No sé si conviene airear que está ahí, porque igual se entera y pide que se retire. Lo que sería una lástima, porque es fuente de información esencial. Yo recomendaría leerlo para uno mismo y guardarlo como oro en paño. Pero, en principio hay que ser respetuoso con los deseos de su autor. Digo.

    Yo me voy a archivarlo ahora mismo.

  • Lo referido al lienzo de Turín está en el apartado Scripta volant. El capítulo III no se abre y hay un buen follón con la numeración. Esto es culpa del autor que escribía sobre la marcha. El resto está todo.

  • Javi como siempre gran articulo y serie, quedo bastante claro. solo que separa las letras en esta parte:

    En la anterior entradavimos

    esta debajo de la foto de Gove.

    Lanzó esta petición a los responsables del programa dimensión limite que si vuelven hablar del tema de la sabana inviten a javi (claro si el acepta) ya que el programa que hicieron con santiago vazquez no me gusto. :sleep:

  • @ edgar:
    Gracias, corregido.

    En cuanto a lo del programa, creo que sería mucho más interesante invitar a Mo o a Jose Luis Calvo. Ellos sí que son auténticos expertos.

  • @ Mo:

    Si :-D. Esto del wayback machine lo descubrí hace un año más o menos y es una maravilla. Aunque algunas páginas no las he podido encontrar, es una ultima esperanza ante el mensaje de «esa página no existe».
    Ahora mismo me hago una copia de esa sección que dices, o mejor aun me boy a bajar el blog entero.

  • el único punto que no tengo claro es porqué en los negativos se aprecia mas claramente el dibujo de la sábana.

  • Toño:
    En un negativo se pueden ver cosas que no se ven en un original porque la visión encuentra otras referencias. Esas cosas pueden ser reales o pueden ser «engaños» del negativo. Un ejempplo clásico resulta ser el de los leptones (monedas) que Whanger y otros veían en sus fotos. En fotos más ajustadas se puede ver claramente como las supuestas inscripciones de las monedas son formas de la trama del tejido( http://www.cicap.org/new/articolo.php?id=273767 , fig. 6). En todo caso hay que tener en cuenta que los «negativos» que vemos del Homo Turinensis no son negativos puros. Son positivos de un negativo convenientemente retocados. Generalmente aumentando el contraste. Las fotos que vemos del lienzo también están retocadas. Si no fuera así, no veríamos prácticamente nada. Una foto más cercana a la realidad, aquí: http://www.sindone.org/diocesitorino/allegati/24109/fronte%20e%20retro.pdf .

  • Lamentira: Gracias por la información.

  • En el razonamiento que haces para la segunda teoría hay algo que no comprendo:

    Si añades toda la contaminación de golpe 2000 años después, la parte contaminada no habría decaído, por tanto cuando dices:

    N+Ncont= (N0+ Ncont)*e-λtm

    creo que deberías decir:

    N+Ncont= (N0*e-λtm+ Ncont)

    Pienso que cuando haces el cálculo con tm=700 años, entras en una contradicción ya que la contaminación, según tu suposición, no lleva 700 años con la muestra original, sino que lleva 0 años (dado que la has añadido de golpe).

  • Hola, Neo.

    Efectivamente, si añades toda la contaminación de golpe, no habrá decaido, pero ten en cuenta que estamos considerando que no sabemos que hay contaminación, por lo que, desde nuestro punto de vista (equivocado), medimos que hay N+Ncont átomos, que, dado que no sabemos que hay contaminación, pensamos que provienen de N0+Ncont. Es decir, la contaminación la estamos añadiendo a la medida actual de carbono y, al mismo tiempo, a la cantidad de carbono de la que pensamos que viene.

    Fíjate que con tu fórmula, Ncont está simplemente sumado a ambos lados de la igualdad, por lo que se puede eliminar y te quedaría la fórmula correcta sin contaminación.

    También ten en cuenta que tm=700 años no significa que la contaminación lleve 700 años con la muestra, sino que, al no tenerla en cuenta, la medida que obtenemos es de 700 años de antigüedad. Es decir, como no sabemos que hay contaminación, aplicamos la formula simple y nos sale que tiene 700 años.

    Un saludo.

  • @ Javi:

    Muchas gracias por tu respuesta. Disculpa por expresarme torpemente, pero por breve no me he expresado fatal, por lo que llevas toda la razón en lo que me dices. Lo que realmente quería decir es lo siguiente:

    Cuando haces la medida suponiendo que no hay contaminación, lo que obtienes es lo siguiente:

    Ny = Nx*e-λtm

    Tras la medida, me dicen que mi muestra está contaminada y que parte de la muestra tiene 2000 años de antigüedad, con lo que Ny se compone de dos términos:

    Ny = Ncont+N0e-λtr = Nx*e-λtm

    Tras hacer la medida he obtenido Ny, Nx, tm y como me han dicho que la muestra se compone de una parte no contaminada con 2000 años de antigüedad, sé que tr=2000 años. Por tanto:

    Ncont = Nx*e-λtm-N0e-λtr

    Pero como no conozco N0, tampoco puedo conocer Ncont. Esto es lo que quería decir en mi anterior post.

    Seguramente me equivoco en algo, por le que por adelantado, te pido disculpas por mi torpeza, entre otras cosas porque no tengo ni idea de como se hacen las medidas de datación.

    Un saludo

  • @ Neo:
    Creo que el problema es la diferencia de enfoque. Lo que intento explicar en la entrada es que, como pensamos que no hay contaminación, aplicamos la fórmula:
    N=No·exp(-λtm)

    Y encontramos que la antigüedad medida es tm=700 años. Ahora, resulta que descubrimos que hay contaminación y que la muestra tiene realmente 2000 años de antigüedad. En ese caso, la fórmula que hemos usado no era correcta porque N es en realidad N+Ncont y N0 es realmente N0+Ncont. La incógnita aquí no es el tiempo, sino la cantidad de contaminación que necesitamos para que tm=700 años siendo la medida sin contaminación tr=2000 años:

    N+Ncont=(N0+Ncont)exp(-λtm) (esta es la fórmula que hemos usado, pero corregida)
    N=N0·exp(-λtr) (esta es la fórmula si eliminamos la contaminación)

    De aquí conocemos tm, tr y queremos averigüar la proporción Ncont/N que necesitamos para que tm=700 y tr=2000.

  • Gracias por la explicación.

  • Las anomalías ignoradas del «sudario» de Turín

    Hernán Toro

    La mayoría de las afirmaciones sobre la exactitud anatómica y patológica del lienzo de Turín parten más del deseo de creer en su autenticidad que de un análisis imparcial de la figura.

    El «sudario» (1) de Turín ha sido considerado por muchos creyentes como la prueba física más importante de la existencia y resurrección de Jesús de Nazaret. Decenas de científicos ávidos de encontrar respaldo a sus creencias religiosas han hecho correr galones de tinta exponiendo la supuesta exactitud anatómica plasmada en el lienzo. Este hervidero de escritos sobre el «sudario» se puede rastrear hasta el año 1898, cuando Secondo Pía tomó las fotos que llevarían al lienzo a la fama mundial: al revelar los negativos encontró que las débiles imágenes que aparecían en él se convertían en una figura aparentemente positiva. Esta característica se consideró milagrosa e imposible de realizar sin tecnología fotográfica (2), incrementando así el número de creyentes en la reliquia.

    Figura 1. Fotografía del rostro del «sudario» y su negativo con el contraste fuertemente acentuado.

    La actitud pseudocientífica de la sindonología

    Desde ese entonces, los «sindonólogos» -así se hacen llamar los estudiosos creyentes en la reliquia- han escrito abundantemente sobre supuestas exactitudes anatómicas, pólenes de Palestina y Anatolia, presuntas moneditas que aparecen sobre los párpados de la imagen, imágenes de descarga eléctrica de crisantemos, y mil «evidencias» más. Al hacerlo han incurrido en el patrón de actitud pseudocientífica por excelencia:

    a) proclamar la veracidad de una conclusión anhelada antes de examinar objetivamente las evidencias,
    b) examinarlas para reportar sólo las que concuerden con la conclusión deseada,
    c) ignorar los resultados contrarios a la idea que se quiere defender, y por último,
    d) establecer hipótesis sin ningún fundamento para tratar de justificar las incoherencias señaladas por los críticos.

    Veamos un par de ejemplos que resultan esclarecedores. El primero se dio tras la formación del Shroud of Turin Research Project (STURP) en 1977, en los Estados Unidos, proyecto conformado «imparcialmente» por 39 creyentes y un solo agnóstico: Walter C. McCrone, quien era el único microscopista experto en arte y en química forense del equipo. Para hacerse una idea del sesgo en la elección de sus integrantes, la probabilidad de obtener al azar un grupo de científicos estadounidenses que tenga 39 creyentes y un solo agnóstico es de cerca de 7 en mil billones (3) (un uno seguido de 15 ceros). Cuando McCrone encontró evidencia inequívoca de témpera basada en ocre rojo y bermellón con aglutinante de colágeno (4), dictaminó que el lienzo era una pintura. Ello le valió la expulsión del grupo. Hoy día, los sindonólogos hacen a un lado rápidamente cualquier alusión a los resultados de Walter McCrone.

    El segundo ejemplo de actitud pseudocientífica por parte de los sindonólogos ocurrió después de que la datación del «sudario» con radiocarbono hubiera determinado sin ambigüedad que las plantas de lino de las cuales se hizo la sábana murieron en pleno medioevo (5). Al quedar establecido el origen medieval del lienzo, algunos sindonólogos postularon que la datación había tenido problemas. Alegando impurezas biológicas recientes o incorporación de carbono moderno, afirmaron que los resultados eran erróneos. No obstante, ninguna de sus afirmaciones ad hoc ha podido ser verificada o repetida experimentalmente (6).

    Justificando lo injustificable

    A pesar de que los análisis microscópicos de Walter McCrone establecieron que el «sudario» de Turín era una pintura medieval, y que los resultados del carbono 14 corroboraron posteriormente la conclusión de McCrone acerca de que el lienzo es una reliquia artística hábilmente pintada, los sindonólogos no aceptaron los resultados. De hecho, han acudido a una falacia retórica: afirman que «una sola prueba en contra» no puede invalidar los innumerables estudios que se supone presentan evidencia contundente de la autenticidad de la sábana. En particular, hablan de la exactitud anatómica de la figura, de su formación milagrosa, de los análisis patológicos y forenses de las torturas que la figura presenta, de la existencia de manchas de sangre «real», y mil alegatos más.

    Este argumento es falso. Al contrario de lo que quieren inducir a creer, un argumento lógico es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, y si las pruebas más importantes muestran que el «sudario» es medieval, no importa cuántas supuestas evidencias extraordinarias aporten: el «sudario» sigue siendo una reliquia. Se dice «supuestas evidencias» porque cuando se analiza con lupa la proclamada exactitud anatómica de la imagen, se encuentra un panorama totalmente diferente del pintado por los sindonólogos; las líneas siguientes mostrarán que la mayor parte de los alegatos no se sostienen cuando se examinan críticamente.

    Evidencias del fraude

    Para comenzar, se puede examinar la tan promocionada «naturaleza negativa» de la imagen del lienzo, la cual permitiría que se aprecie una figura supuestamente «positiva» cuando se invierte la imagen (ver Fig.1, lado derecho). En realidad, no es un positivo: si el negativo de una fotografía del «sudario» fuera un positivo real, las manchas de «sangre» deberían aparecer de color oscuro (Fig.1, marca A). En esta misma línea, el cabello de la imagen debería aparecer negro, a menos que el Jesucristo retratado en el lienzo fuera un venerable y canoso anciano; otro tanto ocurre con el bigote y las barbas blancas que aparecen en la imagen (Fig. 1, marca B). En conclusión, es falso que la imagen del «sudario» de Turín sea un negativo. Sería un negativo si, dejando de lado las manchas de sangre, se estuviera representando una estatua o un bajorrelieve que sólo presentara un único color tanto para la piel como para el cabello y la barba (este dato concuerda con la solución propuesta por Nickell (7)).

    Las imágenes de «sangre» que aparecen en el rostro y en el cuerpo del «sudario» también presentan otros problemas graves. Una característica de los fluidos viscosos como la sangre es su tendencia a empapar los materiales fibrosos; ello se debe a una propiedad conocida como capilaridad. Cuando alguien recibe una herida cortante en el cráneo, la sangre empapa zonas amplias del cabello; entonces es de esperarse que un lienzo en contacto con un cráneo sangrante termine mostrando amplias manchas de sangre. No obstante, cuando se mira la imagen del «sudario», se nota cómo aparecen pintados de forma artificial unos hilos de sangre bien definidos… ¡sobre el cabello! (Fig. 1, marca C). Esto es típico de cuadros religiosos y no de cadáveres de personas que hayan sangrado.

    Otras anomalías graves se presentan en las manchas de «sangre» del cuerpo. La sangre seca se vuelve de color marrón oscuro a medida que pasa el tiempo. Las manchas del «sudario» presentan un vívido color rojo que es totalmente incompatible con el aspecto real de la sangre seca. La razón de esta anomalía la encontró McCrone en su análisis microscópico, que produjo el resultado más contundente en contra de la autenticidad del manto: la «sangre» del lienzo está formada por partículas de óxido férrico (ocre rojo) y cristales de cinabrio (bermellón). Esto fue establecido por McCrone haciendo un análisis microscópico de fibras del sudario con aumentos que iban de 400X a 2.500X. Luego de que los miembros del STURP, irritados con el resultado, le confiscaran las muestras e hicieran sus propios análisis microscópicos con aumentos que iban de 20X a 50X, declararon no haber hallado huellas de pigmento (8). Es probable que esto haya sucedido por haber usado aumentos hasta 125 veces menores que los usados por McCrone. Para captarlo en su máxima expresión de patetismo, vale la pena volver a leerlo: si McCrone detectó pigmentos artísticos aumentando 2.500 veces, entonces el STURP vuelve a analizar aumentándolo 50 veces, y así, declara que «no se encuentran» pigmentos en el «sudario» (9). La conclusión objetiva es que las manchas del «sudario» no son de sangre en absoluto. Las pruebas hechas por los sindonólogos en las que afirman detectarla, adolecen de la siguiente falla: ninguna de ellas es específica para la sangre. Por ejemplo, las porfirinas que ellos interpretan como sangre, también aparecen en diversos materiales de origen animal e incluso vegetal (las porfirinas están presentes en la clorofila de todas las plantas verdes) (10) .

    Más anomalías anatómicas

    Más allá de las manchas de «sangre», hay otros indicios de falsificación del «sudario» de Turín. A pesar de lo afirmado por «renombrados patólogos forenses», cuando se mira la imagen se encuentra varios indicios de torpeza anatómica por parte del pintor que la realizó y por ende, de los supuestos patólogos que la declaran auténtica.

    Al examinar el rostro del «sudario» se aprecia un individuo con barba y largos cabellos blancos. Los cabellos caen por los lados de la cabeza en dirección a los hombros de forma semejante a las representaciones pictóricas tradicionales de Jesús (Fig. 1, marca D). Esto es totalmente incompatible con la posición que adquieren los cabellos de un cuerpo acostado, ya que, si éste fuera el caso, necesariamente los cabellos caerían hacia atrás de la cabeza. La representación del lienzo de Turín es compatible con una representación iconográfica tradicional del Cristo Pantocrátor y de ninguna manera con la de un cadáver.

    Figura 2. Imagen frontal del «sudario»

    Los errores sobre la «exactitud anatómica» del «sudario» no se detienen en el rostro. Uno de los aspectos más grotescos de la figura del lienzo es la posición imposible de los brazos. En la Fig. 2 se advierte la imagen de un cuerpo con los brazos semiflexionados de forma que las manos ocultan los genitales. Cualquier persona que quiera simular la posición del supuesto «cadáver», puede hacer lo siguiente: acostarse en el suelo boca arriba, dejar reposar los codos sobre el suelo, tomar una de las muñecas con la otra mano, y sin despegar los codos del suelo, tratar de ocultar los genitales… lograr esta posición es tan imposible como morderse el codo. Es claro que el falsificador que pintó la imagen tuvo bien claro que sería poco decoroso mostrar los órganos genitales del Nazareno en un lienzo que se iba a exponer públicamente para atraer peregrinaciones. Debido a esta elección, la figura del «sudario» quedó deformada: los brazos y las manos de la imagen son tan largos que rayan en lo simiesco. La justificación ad hoc de los sindonólogos no se hizo esperar: sería posible que se le hubieran atado las manos para mantenerlas en su pudoroso sitio. Tal justificación resulta ridícula: en el siglo primero, difícilmente le importaría tanto a alguien la posición de un cadáver como para tomarse la molestia de amarrarle las manos para ocultar el miembro viril. Y, además, no existe la más remota evidencia de tales ataduras en la figura del «sudario».

    Una afirmación que suelen hacer los sindonólogos a favor de la autenticidad del «sudario» es que las marcas de los clavos en las manos están en una posición anatómica correcta: en las muñecas. Se afirma que un cuerpo colgado de las palmas de las manos no resistiría la tensión: las manos se desgarrarían. Este alegato es bastante discutible. Frederick T. Zugibe, sindonólogo, hizo experimentos con cadáveres que -según él- mostraban que se podía sostener bien un cuerpo clavado en las palmas de las manos (11). A pesar de eso, no se sabe con total certeza cómo se crucificaban los reos romanos: hay indicios de que además de ser clavados, se les amarraban los brazos y se les daba soporte para los pies (12). No obstante, cuando se examina con detalle la imagen, se encuentra que la herida en las manos de la figura está en un sitio ambiguo. En la parte izquierda de la figura 3 se muestra un negativo de la imagen del «sudario». La parte del lado derecho pasó por un proceso complicado: primero se la pasó por un filtro pasa-bajos y luego se le aumentó el contraste para detectar un contorno adecuado para el cuerpo. Como el resultado es borroso, finalmente se le superpuso la imagen de la izquierda para que se viera claramente el trazo de las manchas de «sangre». Este proceso es necesario para poder hacerse una idea de la posición del brazo y de la mano, ya que la figura original es muy difusa. Tras examinar la figura 3 resulta muy difícil concluir que la herida esté en la muñeca. De hecho, parecería que la herida estuviera en el dorso de la mano y que el pintor de la imagen hubiera hecho hilos de sangre bajando (esta vez en la dirección correcta, señalada por la flecha en la figura 3) que darían la impresión de que la herida estuviera en la muñeca. En la figura, la intersección de las dos líneas rectas señalaría el punto de la perforación de las manos de la pintura, y la flecha indicaría la dirección en la que el pintor hubiera hecho creer que la «sangre» pintada fluiría.

    Figura 3. No se puede afirmar que las heridas de las manos estén en la muñeca y no en el dorso de la mano.

    Los problemas anatómicos no terminan ahí. Otra imposibilidad semejante a la de las manos sobre los genitales ocurre a su vez con los pies. Cuando se mira la imagen del lienzo, se ven claramente las piernas rectas. Al tener las rodillas extendidas, sería imposible que la planta de los pies estuviera en contacto con el suelo. A pesar de lo anterior, cuando se mira la imagen dorsal del «sudario» se aprecia claramente una huella plantar en pleno contacto con el piso (Fig. 4, recuadro).

    Figura 4. Huella plantar de la imagen representada en el «sudario»

    Si esta representación de la huella plantar fuera auténtica, se habría requerido que la figura representada en la imagen tuviera las rodillas flexionadas casi en ángulo recto con el fin de posibilitar su impresión (Fig. 5, B), pero ello va en contra del resto de la imagen, que muestra las piernas extendidas (Fig. 5, A). Esta es otra de las incoherencias graves entre la imagen frontal y la dorsal del «sudario». La conclusión es que no hay una correspondencia perfecta entre la imagen posterior y la anterior, a pesar de lo que afirmen los sindonólogos una y otra vez, sin mirar realmente las pruebas.

    Figura 5. Posición necesaria para posibilitar la aparición de una huella plantar en el «sudario»

    Tal vez la peor incoherencia de todas es el aspecto pictórico de la imagen. Una figura envuelta en un lienzo habría dejado una impronta de contacto que estaría deformada con respecto al modelo real. Como el lienzo habría estado en contacto con las orejas, estas aparecerían vistas de lado en el lienzo. Algo semejante pasaría con cualquier característica facial. Se obtendría una figura con una anatomía semejante a la de la figura 6.

    Figura 6. Deformación del rostro para una hipotética imagen de contacto

    La ausencia de esta deformación en el lienzo indica sin lugar a dudas que éste no fue generado por contacto con un cadáver, sino que fue pintado para que pareciera una ilustración tradicional de Jesús.

    Se podría seguir hablando sobre otros tópicos «candentes» del «sudario». Por ejemplo, las acusaciones infundadas de los sindonólogos sobre supuestos errores en la datación de radiocarbono (aunque para que éste pareciera pertenecer al siglo XIV se requeriría el doble del peso del «sudario» en impurezas modernas) (13); las «evidencias» de pólenes que supuestamente mostrarían el paso del «sudario» por Jerusalén y Anatolia, a pesar de que hay serias sospechas de que el palinólogo Max Frei alteró subrepticiamente sus muestras agregándoles polen (14), o las supuestas moneditas en los ojos que sólo puede ver quien cree en ellas, hasta el punto que el STURP las ha desacreditado.

    Conclusiones

    A pesar de la abundante palabrería pseudocientífica de los sindonólogos, la autenticidad del «sudario» no se sostiene ante un simple análisis lógico de la imagen. La figura no es un negativo; la imagen no es exacta anatómicamente; no se puede afirmar que las heridas de los clavos estén en las muñecas; las manchas de «sangre» no son sino imágenes pintadas con rojo ocre y bermellón; el supuesto cadáver tiene proporciones simiescas y adopta posiciones imposibles; la figura no satisface las condiciones geométricas de formación por contacto, y por último, la supuesta imposibilidad de hacer una figura parecida a un negativo con medios simples fue refutada por Joe Nickell con su técnica de Frotis, desde 1988 (15). A pesar de la falsedad evidente, los sindonólogos ignoran campantemente las evidencias que van en contra de su creencia. Esta actitud es claramente pseudocientífica: partir de una conclusión y buscar evidencias que la avalen mientras se ignoran las que la refutan es lo opuesto al camino racional de la ciencia.

    REFERENCIAS

    Broch, Henri. Los Fenómenos Paranormales. Editorial Crítica. Barcelona 1987.

    Charpak, Georges y Broch, Henri. Conviértase en brujo, conviértase en sabio. Ediciones B. Barcelona. 2003.

    Damon, P.E. et al. Radiocarbon dating of the Shroud of Turin. Nature. Vol. 337. No. 16. Feb. 1989. p. 611-615.

    McCrone, Walter. The Shroud of Turin: Blood or Artist’s Pigment? Accounts of Chemical Research. Vol. 23. Mar.1990. p. 77-83.

    McCrone, Walter. The Shroud Image. The Microscope. Vol. 48. No. 2. 2000. p. 79-85.

    Nickell, Joe. Scandals and Follies of the ‘Holy Shroud’. Skeptical Inquirer. Vol. 25. No. 5. Sep-Oct 2001. p. 17-20.

    Polidoro, Massimo. Los Grandes Misterios de la Historia. Intermedio Editores. Bogotá. 2003.

    NOTAS

    1. De acuerdo con la definición del Diccionario de la Real Academia de 2001, un «sudario» es un lienzo que se pone sobre el rostro de un difunto o en el que se envuelve el cadáver. A pesar de que los estudiosos creyentes en el «sudario» de Turín prefieren llamarlo síndone para diferenciarlo de otra reliquia que se venera en Oviedo y que también creen auténtica, en este artículo se ignorará la tendencia de los «sindonólogos» porque la palabra «síndone» no existe en el Español. Se entrecomilla el término «sudario» porque no hay ninguna evidencia de que el lienzo haya contenido alguna vez un cadáver.

    2. Hay técnicas sencillas para lograr un efecto negativo. McCrone cita la técnica de «Grisaille» conocida en la Edad Media; véase McCrone (1990), p. 82. Nickell logró un efecto asombroso usando una técnica de frotis sobre un bajorrelieve; véase Broch (1987), p. 58. Véase también la nota 13 de este artículo.

    3. Cálculo de Henri Broch reportado en Charpak, G. y Broch, H. (2003). p.102.

    4. La descripción detallada de los protocolos experimentales seguidos por McCrone para identificar la pintura y descartar la sangre en el «sudario» de Turín se encuentra en McCrone (1990), p. 77-83. Se encuentra una traducción autorizada al español en el sitio web de Escépticos Colombia: http://www.geocities.com/escepticoscolombia/articulos/milagros/mccrone/mccrone.html

    5. El reporte completo del procedimiento de datación se encuentra Damon, P.E. (1989).

    6. Una refutación de estos alegatos se encuentra recopilada en Polidoro, M. (2003), p.208 ss.

    7. Véase nota 2.

    8. Véase McCrone (1990), p. 83.

    9. Esta es la versión tecnológica del viejo aforismo de «No hay peor ciego que el que no quiere ver».

    10. Véase, Polidoro (2003), p. 202. y Broch (1987), p. 60.

    11. Broch (1987), p. 52.

    12. Polidoro (2003), p. 192.

    13. En este caso, en vez de decir que el «sudario» está contaminado con impurezas, sería más apropiado decir que las impurezas estarían contaminadas con «sudario». Así de absurda es la justificación ad hoc del pediatra Leoncio Garza-Valdez.

    14. También se ha determinado que Frei no era precisamente competente en sus investigaciones: Véase sobre estos temas, Nickell (2001), p. 19-20.

    15. Aunque microscópicamente el aspecto del «Sudario» difiere del de la réplica de Nickell, el aspecto macroscópico es incluso más convincente; Véase McCrone (2000). Aún así, un buen pintor puede lograr un efecto cuasinegativo sin necesidad de milagros; véase McCrone (1990), p. 82.

    Sobre el autor

    Hernán Toro es ingeniero electrónico y trabaja como docente en el Centro de Ciencia Básica en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Pontificia Bolivariana. Pertenece a la agrupación Escépticos Colombia. Ha sido traductor del Boletín Racionalista Internacional.

  • Valcumer dijo:

    Las anomalías ignoradas del “sudario” de Turín
    Hernán Toro

    Creo que hubiera sido más elegante que, en vez de soltar la parrafada, hubieras enlazado el artículo original o alguna de las réplicas. En el primer instante me pareció que iba a ser una negación de la falsedad del sudario de Turín.

  • Hombre, muy interesantes estos posts de temas religiosos. Deberían hacer uno sobre la virgen de Guadalupe. Existe una «mitología» que habla de estudios de un tal Callahan de la NASA que dice que no existe evidencia de esbozos, que en la pupila del ojo hay impresa una escena en miniatura, etc. Esas versiones merecen una aclaración.
    Y por qué no dedicar posts a tantos estigmatizados como Bongiovanni o el propio padre Pío. O a apariciones marianas como Fátima, Garabandal o Medjugorje. Me encantaría ver esos temas tratados acá.
    Ahora sí quiero hablar del sudario, pues no he visto abordadas en los posts algunas de las críticas más comunes, que demuestran supuestamente la antiguedad del sudario:
    1. Está tejido en forma de espina de pescado, que era muy común en la era romana.
    2. Hay rastros en la tela de polen procedente de plantas endémicas de Palestina.
    3. También hay rastros de minerales provenientes de Palestina.
    4. El letrero en griego que dice Mandylion, el cual se puede observar el el negativo y que es usado como prueba de que el sudario de Turín es el mismo Mandylion bizantino, y por ende es más antiguo que la fecha aceptada habitualmente.
    5. La impresión tridimensional de la imagen, que solamente pudo ser producida por un cuerpo muerto.
    He visto estos asertos en documentales (me disculpo por no poder recordar los nombres) y me sorprende no verlas aquí refutadas, así que enhorabuena.

  • Te voy a contestar solo a una «el Barbo», la que por mis escasos conocimientos puedo contestar.

    5. La impresión tridimensional de la imagen, que solamente pudo ser producida por un cuerpo muerto.
    He visto estos asertos en documentales (me disculpo por no poder recordar los nombres) y me sorprende no verlas aquí refutadas, así que enhorabuena.

    Simple, coge un pañuelo de tela. Coge cualquier objeto que pueda ser cubierto por él y fácilmente reconocible, haz marcas o pinta o lo que quieras mientras el pañuelo cubre el objeto, después, quita el objeto, extiende el pañuelo e intenta adivinar que objeto se encontraba debajo de él… verás que la famosa impresión tridimensional no es posible por la deformación de un paño sobre un objeto, no queda como en un… cuadro o fotografía, si no deformada.



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