El Cid. Las derechas que se busquen otra serie

Hace unos días, Amazón añadió a su cartelera la nueva y esperada serie llamada «El Cid». Con la clara intención de levantar polémica, y promocionarla gratis, Jaime Lorente, el joven con cara de macarra y risa de bobo de «La Casa de Papel», ha hecho unas declaraciones que han provocado que se promueva un boicot a la serie.

Tenía una idea totalmente falsa, la idea que tenemos todos en el imaginario colectivo: héroe patrio, salvador. Que se preparen las derechas. Mucha gente ve al Cid como un símbolo patriótico, pero no sabe que luchó más veces por los moros que por los cristianos. Si la gente entiende patria como el amor y el cuidado de las personas con las que se comparte espacio, y el defender los derechos que tenemos todos, genial. La gente que solo quiera ver a un tío pegando hostias y gritando ‘arriba España’, que se busque otra serie.

Para muchos militantes de la izquierda, el Cid representa lo más casposo de la derecha rancia de España. Encarna la idea de la unidad de la nación, y del orgullo patrio. A ello contribuyó sin duda el enaltecimiento de su figura que hizo Franco durante la dictadura española. Franco, posiblemente se veía identificado en el Cid, líder militar, victorioso en numerosas batallas, … incluso como el propio Cid, muchos de sus comandantes también eran musulmanes.

Jaime Lorente solo puede ganar, al hacer esas declaraciones. Decantarse políticamente por la izquierda, es el camino más rápido para que te salgan papeles en el cine español, y hacerlo por la derecha, el camino más rápido al ostracismo. El objetivo en el horizonte para muchos actores y actrices españoles, es llegar a ser un comunista millonario como Javier Bardem. Su hermano Carlos, por cierto, encarna al conde de León, Flain. No se por qué, pero me inclino a pensar que las palabras pronunciadas por Jaime Lorente son más de Carlos que suyas, intercambiadas en esos largos periodos entre tomas al grabar la serie.

Pero no seáis memos, y olvidaros del boicot. Este pasado sábado vi la serie del tirón. No es especialmente brillante, pero tampoco está tan mal. Representa la primera etapa de la vida de Rodrigo Díaz, hasta la muerte del rey Fernando I de León. Seguramente habrá más temporadas, donde podremos comprobar que en realidad el Cid era más un mercenario que un héroe nacional. Su leyenda no apareció hasta mucho después de su muerte, promovido por el libro del Cantar del Mio Cid, que novela su vida y obra adornándola con hechos que no tienen fundamento histórico. Uno de esos eventos inventados es el juramento de Santa Gadea, en el que el Cid supuestamente obligó al rey Alfonso VI de León a jurar que no había tenido nada que ver con la muerte de su hermano Sancho, rey de Castilla que unificó el reino que heredó fraccionado de su padre, y que pasó a estar bajo el control de Alfonso tras su asesinato. El rey habría mandado matar a Rodrigo simplemente por insinuarlo. De hecho, hay constancia de que el Cid pasó a ser caballero de Alfonso VI, y que solo le desterró cuando el Cid tomo la iniciativa sin contar con el rey para atacar unos destacamentos musulmanes de Toledo, mientras que el rey estaba intentando controlar esa taifa por la vía diplomática, sin derramar una gota de sangre.

El Cid mantenía un ejército permanente, algo que ni los propios reyes se podían permitir, y la manera que tenía de financiarlo era saquear y extorsionar de forma continua a las taifas y a reinos cristianos. Era lo que podíamos considerar un mercenario, curtido en el campo de batalla y que tenía unas ansias de poder enormes.

La mayoría de los datos que nos han llegado sobre su figura son falsos. Ni Babieca, ni Tizona ni Colada. La espada que está en el museo de Burgos no está claro que perteneciese al Cid.

Por cierto, se ha montado un tremendo revuelo por los anuncios de la serie, en los que puede verse a Jaime Lorente con una espada delante de la cara (foto de arriba). Esa espada no es la Tizona, sino la Joyosa, (espada de Carlo Magno). La verdadera Tizona tiene la forma de la típica espada que se utiliza en las bodas para cortar la tarta. Quizá por eso, al «historiador» que ha hecho el guion, la verdadera espada le haya parecido cutre y pachanguera.

En definitiva, la serie se deja ver, pero vistos los errores cometidos no esperéis aprender historia viéndola. Y mejor así, porque como suele ocurrir, la realidad es siempre mucho más aburrida y fea que la ficción.



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