Luces y sombras de la vacuna de Pfizer

El pasado día 9 la farmacéutica Pfizer anunció al mundo los resultados preliminares de las pruebas de la Fase 3, en la que está su vacuna contra el virus de la COVID-19: un 90% de éxito. Estos resultados sorprendieron hasta a los expertos.

Ninguna vacuna suele llegar a esos porcentajes de eficacia, pero en la nota de prensa de Pfizer se dejaba bien claro:

La división de casos entre los individuos vacunados y los que recibieron el placebo indica una tasa de eficacia de la vacuna superior al 90% 7 días después de la segunda dosis. Esto significa que la protección se logra 28 días después del inicio de la vacunación, que consiste en un esquema de 2 dosis. A medida que continúa el estudio, el porcentaje de eficacia final de la vacuna puede variar. El DMC (Data Monitoring Committee, un organismo externo e independiente) no ha informado de ningún problema de seguridad serio y recomienda que el estudio continúe recopilando datos adicionales de seguridad y eficacia según lo planeado. Los datos se discutirán con las autoridades reguladoras de todo el mundo.

La nota de prensa desató la euforia en las bolsas mundiales, produciendo una espectacular subida de los valores. Acciones de empresas tan golpeadas por la pandemia como las turísticas, recuperaron parte de su valor en unas horas.

Los datos de la nota de prensa de Pfizer se han calculado a partir de una población total de 44.000 voluntarios que participaron en las pruebas de Fase 3. De ellos, la mitad no recibió la vacuna sino un placebo. Después de inocularles la vacuna (o el placebo), el DMC está vigilando qué porcentaje de voluntarios se contagia o no de COVID-19, y analiza si estos enfermos recibieron la vacuna o el placebo. Pero el procedimiento del DMC para detectar si un voluntario está infectado es que presente síntomas, lo cual dificulta mucho el poder afirmar con certeza si se está realmente infectado o no. El total de contagiados reportados por el DMC era de 94, un número bastante reducido que no puede llevar a ninguna conclusión definitiva.

Si a esto le unimos que ese mismo día el Dr. Albert Bourla, presidente y director ejecutivo de Pfizer, puso en venta el 62% de sus acciones de la compañía tras llegar éstas a su máximo valor tras el anuncio, el sentimiento de escepticismo se hace más fuerte.

Puede que todo haya sido un intento de aprovechar el momento para publicar unos datos del DMC que resultaban muy favorables para Pfizer y de esta manera, por un lado a monetizar las stock options, y por otro posicionarse por delante de la competencia para acaparar la reserva de dosis por parte de los gobiernos.

Recordemos que de la carrera en la que participan 10 compañías por obtener la mejor vacuna contra la COVID-19, solo hay 2 que utilicen la novedosa técnica de ARN mensajero, que son la de Pfizer y la de Moderna. La pega que tiene esta técnica es que necesita que la vacuna se mantenga a una temperatura extremadamente fría: -70ºC. Esto introduce enormes dificultades, por una lado para transportar la vacuna y por otro para almacenarla. La población de entornos rurales tendrá mucha más dificultad en acceder a esta vacuna que la que viva en grandes ciudades. Aunque, para ser honestos, son los habitantes de las grandes ciudades los que tienen más facilidad para contagiarse de este virus.

En esta misma dirección se pronunció también la OMS:

Ningún sistema de salud en el Caribe, en América del Sur, en los Estados Unidos, en Europa están listos para manejar estas vacunas porque para ello se necesita tener un almacenamiento a -70ºC. Si los países van a utilizar esas vacunas tendrán que prepararse. Las otras ocho vacunas que están en fase 3 sí se pueden manejar en las cadenas de frío que encontramos hoy en cualquier país.

Vista la fuerte relación que hay hoy en día entre la OMS y China, no sería de extrañar que estas afirmaciones también estén sesgadas para favorecer a la vacuna de la farmacéutica china CanSino Biologics, que en vez de usar ARNm está basada en un adenovirus llamado Ad5. Recordemos que la financiación de la OMS que inicialmente era un 50% por parte de los estados miembros, y un 50% de aportaciones terceras, está variando en favor de los segundos. Esto provoca que pueda estar más influenciada por intereses de intereses económicos que por el interés general de los organismos de salud de los estados. De hecho, China se aseguró que la OMS estuviese dirigida por el etíope Tedros Adhanom tras la salida de la china Margaret Chan de la presidencia. China es el principal inversor en la economía etíope, que está en cifras de crecimiento de 2 dígitos gracias a ello.

Como conclusión, me atrevería a pedir a los que lean esta entrada, que no sobreactúen con estas publicaciones interesadas de uno y otro lado. La pandemia va a durar y tenemos que continuar siendo prudentes. La vacuna llegará cuando llegue (aunque seguramente será más tarde de lo que nos gustaría) y tendrá una efectividad menor de la que esperamos. Pero saldremos de esta. Eso seguro.



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