El envenenamiento de la familia Caño y los bulos

familia caño

El 13 de diciembre pasado, ocurrió un hecho trágico detrás de esta puerta, en Alcalá de Guadaira (España). Una familia de 4 miembros, formada por el matrimonio, de 61 y 50 años, y dos hijas, una de 13 y una de 14 años sufrieron una intoxicación que mató a todos sus miembros menos a la hija pequeña. La familia, como le ocurre a tantas otras en España, estaban sufriendo graves penurias económicas y vivían de la recogida de cartones y de alimentos que le daban los vecinos.

Esa noche cenaron pescado y al poco tiempo empezaron a sentirse mal. Acudieron a los servicios médicos de urgencias en la madrugada del sábado, pero se les indicó que era un trastorno digestivo sin importancia y les mandaron para casa. En la mañana del sábado, volvieron a llamar a urgencias, ya que los síntomas se habían agravado. Cuando la ambulancia llegó a su domicilio, la niña mayor se encontraba en parada cardiorrespiratoria y los dos adultos en estado muy grave.

Tras descartar que la causa de una muerte tan fulminante pudiera deberse a la ingesta de alimentos en mal estado, se sospechó de una intoxicación química. Se tomaron muestras de los alimentos y se procedió a realizar un análisis del caso.

Mientras tanto, como suele ocurrir en tantas ocasiones, hubo quien tuvo la genial idea de utilizar esta desgracia para saldar rencillas.

En un foro dedicado a la empresa Mercadona ubicado en la página web de la CNT, sindicato de ideología anarquista, un usuario acusó a esta cadena de ser la causante de estas muertes, ya que (según se decía) sus directivos obligan a los empleados a envenenar los alimentos caducados que tiran a la basura, para que así las personas necesitadas no puedan aprovecharse de la empresa, ya que pasan necesidades por ser “unos vagos y aprovechados” [sic].

Dada esta situación,  por cuestiones que no vienen al caso, he podido leer un informe interno muy confidencial y de manera muy rápida para no ser descubierta, en el que se informa de una reunión en Sevilla, con el Coordinador de la zona 35, la Relaciones externas de la zona,  y los 3 CP de Alcala de Guadaira, para tratar este tema.
En el informe que va destinado al MCD J.Jor.. se constata que uno de los Mercadona de Alcala de Guadaira está a menos de 200m de la vivienda de esta familia y que Enrique Caño era conocido en la tienda de verlo por allí, a ver si conseguía alimentos y que también compraba a veces. También después de unas pesquisas por parte del CP S.M se constató que dos días antes de la tragedia se tiraron productos de limpieza junto a pescados y verduras abiertos, dejándolas en el contenedor, (conociendo como se suavizan los hechos en los informes de la secta, tengo más que claro que se rociaron los alimentos, pero esto lo digo yo, no lo pone en el informe, ya que el CP sería inmediatamente democionado o usado como cabeza de turco si las cosas se ponen mal)

Este mensaje era muy atractivo en los canales conspiranoicos, que pronto lo extendieron cono la pólvora. [1][2][3]…

Los primeros resultados del análisis se han dado a conocer hoy, y al parecer el agente del envenenamiento de la familia Caño fue fosfuro de hidrógeno, un plaguicida usado para la desinfección de silos, que sólo se vende en sitios especializados, y Mercadona no es uno de ellos. El producto químico en contacto con el agua desprende un olor pestilente, hecho este que coincide con el relato de los vecinos que acudieron a socorrer a la familia afectada.

Los primeros síntomas de exposición aguda a la fosfina incluyen dolor del diafragma, náusea, vómitos, excitación y un olor a fósforo en el aliento, un cuadro semejante al que presentaron los Caño Bautista. Una exposición a niveles más altos puede producir gran debilidad muscular, edema pulmonar, falta de aliento, convulsiones y hasta la muerte, como sucedió en este desgraciado caso del mes pasado.

La duda sigue existiendo en relación a cómo llegó ese fosfuro a la comida de la familia Caño. En la instrucción se indicaba que se encontró la etiqueta del un envase de un compuesto químico, que presumiblemente era fosfuro. Este producto podría haber sido confundido con pastillas de concentrado para haber hecho un caldo o una sopa, pero ¿para qué hacer un caldo si lo que cenaron era pescado adobado? Además, tendrían que haberse dado cuenta al notar el hedor una vez que pusieron las pastillas en el agua. O al menos, deberían de haberlo comentado en el hospital cuando acudieron de urgencias. ¿Pudo tratarse de un intento de suicidio para poner fin a la situación de penuria, que junto con la grave enfermedad de la madre hacían que la situación fuese insostenible? Pero si es así ¿para qué acudieron al servicio de urgencias?

Todavía quedan muchas preguntas por responder, pero hay una que hoy ha quedado respondida.



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